Tesis Radical, febrero 2013
Teresa Córdova Rodríguez (UJS-MST Río Piedras)
Fue en febrero de 2011 cuando se recesaron los procesos huelgarios que habían comenzado el año anterior. En abril, la huelga por las exenciones de matrícula había comenzado y luego de 62 días, la victoria fue obtenida. En diciembre comenzó otro proceso más cuesta arriba y quizás más urgente, pero seguramente más violento. La victoria de esta segunda etapa comenzó desde el primer día, el día en el que el estudiantado decidió lanzarse en aguas desconocidas de una huelga de portones abiertos y confrontación abierta. El reclamo principal, eso sí, se consiguió recientemente, a fines de enero del 2013, y no fue sino un resultado de un proceso arduo que no culminó en aquella asamblea que levantó la huelga.
Con sendas huelgas, el país se estremeció. Las imágenes de los macanazos, de los gases lacrimógenos, de los arrestos, calaron hondo en la conciencia colectiva. Eso le costó políticamente a Luis Fortuño, gobernador durante los últimos cuatro años, muchísimos votos que fueron aprovechados por García Padilla, cuando utilizó en su campaña a la disputada cuota de $800 como el granito de arena que inclinaría la balanza hacia su lado.
Interesantemente, la cuota no fue eliminada por el PPD, sino por la misma Junta de Síndicos (JS) que la impuso, en una movida astuta para impedir la justificación de una enmienda a la Ley Universitaria que alteraría la composición de dicho cuerpo directivo. La JS, compuesta en su mayoría por personas afiliadas al PNP, ha asegurado un poco más su existencia con la derogación de la cuota. La misma junta que estableció la cuota hoy la quita, demostrando que esa autonomía universitaria de la cual hablan no es y nunca ha sido aplicable a ellos. De hecho, que nunca ha existido.
La eliminación de la cuota, dos años después, hubiese sido inconcebible sin los procesos que la antecedieron. Sin las huelgas, la cuota no sería objeto de debate público ni motivo de promesas políticas. Ésa es la victoria que celebramos hoy. Celebramos también que vendrán muchas más que están estrechamente ligadas a la suspensión de la cuota: la restitución de los compañeros expulsados por defender la Universidad es una de ellas. La permanencia de la Beca Schatz también. Ésta fue una victoria del proceso huelgario, pues sin éste habría cuota sin beca.
Finalmente, aunque la victoria es clara, sabemos que sólo con un cúmulo de ellas podremos triunfar realmente. Falta mucho por hacer en la Universidad, muchísimo. Así como falta muchísimo por hacer para construir una sociedad más justa y solidaria. Sin embargo, al igual que en la UPR, aquellas y aquellos que se levantan para construir un proyecto nuevo serán los y las que vencerán. La UPR será para y por la clase trabajadora, porque ésta será quien la construirá. Es por esto que lucharemos para garantizar que la clase pobre y trabajadora pueda entrar a la Universidad: para construir, desde cada rincón y esquina, una sociedad por y para las trabajadoras y los trabajadores. ¡Venceremos!